La vida es una tómbola.
El azar... la impredictibilidad, el descontrol. ¿Es sinónimo de caos, de desorden?
Bueno, quizás también, como contrapunto, podemos entender el orden y el control como lo inerte o estático.
Veamos un ejemplo.
La nueva ley de apellidos, en que en caso de no acuerdo de los padres, se impone el orden alfabético.
Imaginemos un mundo en que nadie se pone de acuerdo, y que efectivamente se impone sistemáticamente el orden alfabético. Vamos... que desterramos el azar. Un mundo ordenado y previsible; ¡magnífico! ¿o quizás no?
Una analogía para ver que podría pasar ( o terminaría por pasar tarde o temprano).
Simplificando monstruosamente y para no calentarme mucho la cabeza, aquí tenemos a 16 individuos que se emparejan con quien tienen a la derecha, produciendo la siguiente generación.
aa ba ca da
ab bb cb db
ac bc cc dc
ad bd cd dd
1ª generación
ab cd
ab cd
ab cd
ab cd
2ª generación
ac ac
ac ac
3ª generación
aa
aa
En cualquier orden de elección, a la 3ª generación, solo quedaran sujetos apellidados “aa”. Ya ven, quizás el azar no es tan mala cosa...
Lo imprevisible... un motor de la vida.
1 Comments:
A veces el excesivo orden constriñe demasiado, es cierto.
Es curioso, esto de los apellidos al final funcionaría igual que la selección genética. Los rasgos dominantes (en este caso las primeras letras del alfabeto) terminarían por prevalecer puesto que esa es la regla darwiniana (el fuerte puede al débil), sin embargo hay siempre ese margen dado al caos para mantener la diversidad. En los apellidos, sería el caso de las parejas que deciden no seguir la ley neutra de la asepsia del orden alfabético. En genética, se trataría de los raros casos de predominancia recesiva, del azar de heredar aquellos rasgos que más difíciles son de heredar, del misterio de las mutaciones insospechadas.
Un poquito de caos es necesario, está claro. De lo contrario seríamos todos clones y además nos llamaríamos igual.
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