La Felicidad
El Buda mitológico salió de su palacio y encontró; a un enfermo, a un viejo y a un muerto. Tras mucho conducirse en la vida, llego al Nirvana: Rompió la rueda de reencarnaciones y así llego al todo o a la nada. O simplemente a donde vamos todos, queramos o no.
El ser humano, en última instancia busca la felicidad, aunque, son muy pocas las filosofías que proclaman una visión amable y gozosa de la vida. Incluso las que sí lo hacen, en el fondo son las más rabiosamente nihilistas: Quien proclama con mirada triste y una sonrisa en los labios la felicidad de la vida, está todavía más desesperanzado que los medianamente pesimistas.
Pero hemos de pensar que es lo que nos hace sufrir: ¿La realidad o nuestra interpretación de la realidad? Una no la podemos modificar y la otra es posible que sí.
Por lo tanto, nuestro único camino hacia la felicidad es el cambio, la modificación de nuestra propia percepción de los asuntos (No predico el autoengaño, y esto tampoco es una frase).
Esas dos variables comentadas; la realidad y nuestra filosofía: Interaccionan. No son entidades estáticas. Casi todo el mundo corroborará que el mundo cambia nuestra forma de pensar. Esto hace pensar que el proceso inverso también podría ser posible. Por ejemplo; los que pasaron la guerra dirán que no se puede cambiar el mundo, sin darse cuenta que ellos mismos fueron los autores materiales de su propia guerra.
Nuestro mundo occidental tiene un largo historial de filosofía pesimista y de enfoques enajenantes. Muchas personas han abandonado la búsqueda de la felicidad, posiblemente porque las soluciones felices, al final, resultan más crueles que el pesimismo descarnado.
Pero, después de todo. Seguramente el ser humano podría ser bastante feliz si se lo propusiera: Reduciendo sufrimientos inútiles, soslayando frustraciones, conociendo nuestra autentica naturaleza para trabajar de acuerdo con ella... Tal vez todo se reduzca a la vieja búsqueda del Bien (Sí! Aquel que tiene recompensa en si mismo).
Por cierto. Soy uno de los pocos humanos afortunados que conocen a la Felicidad en primera persona: Mi hermana. Aunque la llamemos simplemente “Lici”.
¡Enhorabuena Hna.!
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