Recarga del fragmento de un cuento accidental n.
Por Amaya. Luminosa, como siempre.
Imagen sólo enlazada. Propiedad de quien corresponda.
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- También puede ser... - titubeó el técnico, ordenando sus ideas al hablar - que su procesador haya sido sometido a algún tipo de descarga... digamos, un rayo, una chispa... y esto haya inhibido los circuitos positrónicos de control externo. No se trataría de un fallo estructural, por lo que no habría solución a nivel técnico.
- Entonces ¿quiere decir que no va a volver a funcionar como antes?
- Efectivamente, ya no va a poder volver a ser el mismo. Lo cierto es que se trata de una anomalía extraordinaria. Piense que antes de lanzar un robot al mercado pasa por cientos... ¡miles! de pruebas de screening. Se testa la resistencia de los circuitos a cualquier agresión, manipulación o influencia electromagnética que pueda modificar la funcionalidad del modelo. La probabilidad de error que se maneja es ínfima. Todas las posibilidades han sido previstas.
- Así pues... ¡este robot es una aberración estadística!
- O un milagro en inteligencia artificial, según cómo se mire - dijo el técnico, aún cautivado por la emergencia de una nueva conciencia robótica.
- Escuche, puedo entender su fascinación como técnico, pero aquí nada de eso es importante. Para la fábrica, este robot no es más que una fuente de estropicios. Es un serio peligro para nuestro protocolo de producción. Si es imposible que realice sus tareas a pesar del cortocircuito, o lo que sea que le haya sucedido, quizá entonces haya que pensar en su desconexión total.
El técnico clavó la mirada en el jefe de control, refrenando la ira que sus últimas palabras habían despertado. Una desconexión... triste e injusta suerte para aquella maravilla robótica. No obstante, podía entender la lógica del jefe.
Lo que iba a ser una reparación ordinaria, se había convertido en un dilema irresoluble para el técnico.
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