sábado, junio 19, 2010

Tú.


Parece que el medio, conforma en gran medida nuestro sistema cognitivo. Que este no termina de configurarse si no es al confrontarse con los estímulos.

Actualmente, debido a las nuevas tecnologías de la información, podemos mantener conversaciones disociadas del tiempo con facilidad. De alguna forma han aparecido otra vez las relaciones epistolares.

Podríamos hacer una gradación. Nuestro dialogo con nosotros mismos, la conversación, el SMS, el email... y ahora llegaremos al libro y a los artículos.

¿Son las obras artísticas o científicas, dilatadas conversaciones? ¿No son el receptor y el emisor el mismo? ¿A qué ese afán del Yo?  

¿No es nuestro Yo, en alguna medida parte de los que nos precedieron? ¿En serio somos tan individuales? Se desea creerlo, pero cuesta horrores justificárselo a uno.

Tal vez, sea ese Yo, un mero artefacto. Una pieza necesaria para la egognosia, que nos permite una mejor interacción social y esté relacionado con la prospección del futuro (¿Qué pasaría sí...)?, y de alguna forma con el manejo de aspectos abstractos. Como una rotula para una pierna... una pieza.

Pero cuando uno mira, simplemente a un perro, y lo hace con honestidad... se percata que hay algo que no cuadra en nuestra filosofía. Bueno, no sé...

6 Comments:

Blogger Amaya said...

En mi opinión el Yo por sí mismo sí existe, desde el primer día de vida de cada individuo. Pero es necesaria la aparición del Tú para que el Yo tome conciencia de sí mismo. En definitiva, creo que el Yo puede preexistir a la conciencia.

El Yo diría que va unido a la idea de estar vivo y experimentar sensaciones (incluso aunque no se puedan nombrar por no disponer de un sistema representacional para ello). Es decir, probablemente Yo y sistema nervioso irían indisociablemente unidos...

Pero cuando la mente alcanza a comprender que hay un "otro" distinto al Yo es cuando en la diferencia, en el contraste, ese yo toma forma más allá de la sensación. Ser diferente implica tener una cualidad, algo característico, tener relevancia por ti mismo y no ser sin más un elemento díficilmente disociable de un todo. Quizá nuestra individualidad realmente se encuentra en la existencia del otro (un poco paradójico).

¿Escribir para uno mismo? No lo sé. No creo que se escriba desde el Yo para el Yo. Creo que siempre se escribe para otro, aunque ese "otro" tengamos pensado ser nosotros mismos. Ese "tú" sí me parece una construcción mental necesaria para tener diálogos internos cuando no hay otros presentes o dispuestos a conversar, que es la mayoría del tiempo.

Esa capacidad de disociarnos de forma controlada para nuestro propio desarrollo mental, quizá por ser inherente al ser humano (supongo) es la misma que nos hace ser la única especie que sufre trastornos psicóticos.
Bueno, no sé si somos los únicos, ¿los animales pueden sufrir delirios y alucinaciones o personalidad múltiple?

Es curioso, lo que nos hace especiales también nos hace vulnerables... y extraños.

2:32 p. m.  
Blogger Toni said...

La prueba del espejo, la de la mancha en la frente. En principio se utiliza para detectar ese autoreconocimiento. El concepto de “Yo”, es cuanto menos, difícil de abordar. Realmente cuesta imaginar un Yo sin un Tú.

Un Yo aislado, incluso de si mismo, ¿cómo se diferenciaría de la inconsciencia? Tal vez, como apuntas la existencia de la conciencia implique una cierta disociación.

Hace poco leí esto:

“Un elemento decisivo y obligatorio para la construcción del proceso madurativo cognitivo es el paso del somatograma a la somatognosia y de aquí a la autoconciencia o egognosia [...]”

He tenido ocasión de hacer preguntas a veterinarios/biólogos (en el master). Y parece que por ejemplo los perros, tiene conductas de morderse, o perseguir su propia cola, como si esa parte más elemental del camino a la autocosnciencia que señala la cita estuviera quebrada. En primates, parece que aparecen reacciones de agresión a partes de su propio cuerpo más complejas –desencadenan una respuesta de ataque a su propia mano-, o repuestas sociales incongruentes con la situación. Son meras anécdotas, pero, como se suele decir... algo debe haber. No sólo de fármacos ha de vivir el hombre. :-).

4:47 p. m.  
Blogger Amaya said...

Estudiando el desarrollo filogenético del sistema nervioso y comparando el nuestro con el de los animales, lo que ellos mantienen sin duda es el paleocortex (espero estar diciéndolo bien, que hablo de memoria y no me fío demasiado). Aparte de ubicarse allí el sistema olfativo creo que tiene mucha relación con el sistema límbico, es decir, con las emociones.

Un animal, por lo tanto, quizá no se autoreconozca en el espejo, por lo que podemos inferir que no tiene autoconciencia de sí mismo. Pero lo que sí tiene desde luego es conocimiento de sus propias emociones y de sus propios estados corporales. Un animal "sabe" o "reconoce" que tiene hambre, que está triste, que quiere jugar porque se sigue de una conducta coherente con ello. O a lo mejor no es tanto un "saber", quizá es un simple arco reflejo (siento hambre, busco comida) pero no creo que sea algo tan simple como eso. Un perro reconoce hasta cierto punto los estados anímicos de su amo y reacciona a ellos. Así que quizá no "sepa" que existe como animal individual, pero lo que desde luego sí ocurre es que "siente" que existe.

Para mí ahí ya hay un poco de concepto del Yo. Yo soy el que siente hambre, yo soy el que siente miedo por esta amenaza (otro perro que me gruñe). Yo soy el que pone en marcha conductas para modificar el ambiente. No es un yo representado mentalmente con un concepto propio, una proposición... pero sí debe ser algo así como una "sensación de estar en el mundo". No se me ocurre otra forma de expresarlo.

Y creo que a un bebé le ocurre algo parecido. En esta línea me gusta la explicación de Wallon de cómo el niño se abre a la realidad.

7:35 p. m.  
Blogger Toni said...

Hofstadter, en “Yo soy un bucle extraño”, habla de esa “yoicidad”, , sólo que él utiliza símiles como el cerebro de un mosquito y el mecanismo de relleno de una cisterna de WC, dándole un “1” y a un ser humano un “100”. El ejemplo tiene su humor, y es didáctico en primer lugar, pero, creo que en él subyace la misma perspectiva que comentas.

Tal y como lo has planteado, con su base biológica incluso, sinceramente, no se me ocurre forma de decirlo mejor. Creo que estoy de acuerdo. :-)

7:59 p. m.  
Blogger Carlos said...

Ab uno disce omne

2:46 p. m.  
Blogger Toni said...

:-), recuerda a la de Sócrates.

3:58 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home